Imaginate caminando por unos barrancos que más parecen ser la grieta de un terrible siniestro geológico. La noche es esteril en esta ocasión, por ello te concentras en la tierra que tienes bajo tus pies.
Plac plac plac, a cada paso descubres que este está lleno de vida. Muy a pesar del frio enovolvente, del cual te proteges envuelto en una cobija, decubres una calidez que te abre y permites mostrar tu verdaro ser.
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