En el texto de presentación está escrito:
Una tarde lluviosa subí a la azotea de mi casa, quería sentir cómo la lluvia golpeaba mi piel.
De repente empezó a granizar y lentamente el cosquilleo de la lluvia se convirtió en aguijones que co la fuerza del viento se aceleraban.
Decidí no esconderme de esa precipitación, no es que disfrutara del dolor, pero permanecer ahí, frente a la temperamental bóveda me recordaba cuan minúsculos somos. Y demostrar que podía contemplar sus cambios me haría un poco más valioso. Así que extendía los brazos y recibí la intensa brisa.
Al anochecer abrí los ojos, el cielo se había limpiado y me demostró su inmensidad.
Sumergidos en un lago luminoso, reflejamos la presencia del universo y con cada lámpara nueva en la ciudad esperamos recordar la estrella que ya no podemos ver.
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